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Lecciones del endemoniado gadareno


La historia del endemoniado gadareno (Mr. 5:1-21), además de la impresionante transformación del hombre, incluye varios temas muy interesantes que generan preguntas que deben ser contestadas:

¿Por qué fue Jesús a predicar el evangelio a Decápolis?

Decápolis era un grupo de diez ciudades establecidas por los soldados de Alejandro Magno, que deseaban que la cultura griega se difundiera por todo el imperio. Las guerras de los Macabeos fueron una reacción en contra de los esfuerzos de los griegos por imponer a los judíos la cultura y religión paganas. Estas ciudades estaban situadas al otro lado del Jordán y al otro lado del mar de Galilea y eran ciudades autónomas, que emitían sus propias monedas. Entre ellas estaba Damasco, Gadara, Gerasa, Hipo y Filadelfia.

En el tiempo de Jesus estas ciudades estaban bajo el control del imperio romano. Eran ciudades gentiles, modernas, prósperas, tenían teatros, estadios, gimnasios y templos para los dioses griegos, romanos y los dioses locales también.

Los rabinos prohibieron la asistencia a los teatros porque se representaban los mitos de los dioses griegos y romanos, se hacían representaciones eróticas y se hacían, además, sacrificios a los dioses.

En los gimnasios, se ponía en práctica el ideal griego de entrenamiento del cuerpo y de la mente, se estudiaba la filosofía clásica griega y los estudiantes competían desnudos en los eventos atléticos. El idioma griego se convirtió en el lenguaje oficial de toda la región.

Los judíos luchaban por proteger a sus jóvenes de la influencias paganas, idólatras y humanistas de la cultura griega. Es muy probable que algunos judíos vivieran en la región, pero para la mayoría de los judíos está era una región que debían evitar. Algunos piensan que descendientes de los cananeos vivían también en estas ciudades.

El carácter pagano de estas ciudades explica la existencia de cerdos en esta región, pues para los judíos era prohibido criar y comer estos animales. En cambio, los gentiles comían cerdo y lo usaban cómo ofrenda para sus dioses. Es probable que este sea el país lejano al que el hijo pródigo se fue.

Es de notar que Jesus haya visitado esta región no judía pues su misión era predicar a los judíos. A una mujer cananea le dijo: “No soy enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel” (Mt. 15:24). A sus discípulos les ordenó: “Por camino de gentiles no vayáis” (Mt. 10:5). Sin embargo, aquí lo vemos ministrando en Decápolis.

Pero no es la única ocasión en la que Jesús las buenas nuevas a los gentiles. Durante su ministerio en galilea, mucha gente de Tiro, Sidón y Decápolis habían venido trayendo a sus enfermos y endemoniados para que Jesús los sanara (Mt. 4:23-25; Mr. 3:7-8).

También Jesús visitó la región de Tiro y Sidón y en dos ocasiones por lo menos ministró en Decápolis, donde miles los siguieron. Esto fue un adelanto de la gran comisión en la que mandó a sus discípulos ir a todo el mundo.

¿Existen los demonios?

Muchos descartan la posibilidad de que los demonios existan y puedan poseer a una persona. Pero en los evangelios encontramos muchos ejemplos de la presencia y la actividad de los demonios. La liberación de demonios fue una parte muy importante del ministerio de Jesús y de sus discípulos.

En este caso, encontramos a un hombre que tenía un espíritu inmundo que le daba una fuerza descomunal, tal que nadie ni nada lo podía dominar. Este espíritu lo atormentaba de manera que andaba gritando por los montes y lo hacía herirse con piedras.

Los demonios tienen la misma misión de su líder, robar, destruir y matar. Algunos causan enfermedades, otros atormentan y causan conductas destructivas en la gente que poseen.

Cuando este espíritu vio a Jesús, reconoció que era el Hijo de Dios y se arrodilló. Los demonios creen y tiemblan nos dice Santiago (Stg. 3:19). Pero, aunque los demonios creen, no tienen acceso a la salvación, ellos están reservados para el juicio (2 P. 2:4) y su destino es el tormento eterno (Mt. 25:41).

En esta ocasión el demonio rogaba no ser atormentado. En otra, en Mt. 8:29, los demonios pidieron no ser atormentados antes de tiempo. En Lucas 8:31, rogaron que no los mandaran al abismo. Los demonios saben bien cuál es su futuro.

¿Cuáles son las opciones que tenía este espíritu inmundo?

1. Quedarse en este hombre y seguirlo atormentado hasta causarle la muerte.

2. Ir a atormentar a otra persona.

3. Ser lanzado al abismo.

4. Ir a lugares desiertos.

5. Ir a los cerdos.

Parece que los demonios siempre buscan un cuerpo donde habitar:

Mt. 12:43-45

Cuando el espíritu inmundo sale del hombre, anda por lugares secos, buscando reposo, y no lo halla.

Entonces dice: Volveré a mi casa de donde salí; y cuando llega, la halla desocupada, barrida y adornada.

Entonces va, y toma consigo otros siete espíritus peores que él, y entrados, moran allí; y el postrer estado de aquel hombre viene a ser peor que el primero. Así también acontecerá a esta mala generación.

Como Jesús no le permitiría seguir atormentando a este hombre ni a ningún otro, y como aun no era el tiempo para enviarlo al abismo. Jesús les permitió ir a los cerdos. Pero los cerdos no soportaron su presencia y se lanzaron al mar. Como siempre, el resultado de la actividad demoniaca es destrucción y muerte.

¿Por qué permitió Jesus que los demonios fueran a los cerdos?

¿Acaso no ama Dios a los animales? Por supuesto que Dios ama a toda su creación. Dios tiene cuidado de los gorriones y de las flores del campo (Lc. 12:24-28). Dios sustenta a las bestias en el bosque y a los peces del mar (Sal. 104).

Pero, sobre todo, Dios ama al hombre (Mt. 10:31). El mensaje es claro: Un hombre es más valioso que 2000 cerdos.

Quizá Jesus quería mostrarles a los habitantes de esta región la realidad de la obra destructora del diablo y sus demonios y la grandeza de la salvación que él predicaba.

La muerte de los cerdos afectó su economía y su religión. Jesús quería mostrarles el camino de la fe en el Dios verdadero.

¿Por qué Jesús no le permitió al hombre seguirlo?

Cuando el hombre liberado quiso seguir a Jesus, el Señor no se lo permitió, sino que lo envió a contarles a todos en Decápolis la misericordia que había recibido y la liberación tan grande que había experimentado.

Por lo general Jesús les prohibía a los que habían sido sanados que lo contaran a otras personas. Jesús no quería que los judíos se emocionaran tanto que quisieran hacerlo rey (Mr. 1:44-45; 3:12; 5:43; 7:36; 8:1-10). Pero en este caso, Jesús quería que la gente pagana de esta región recibiera las buenas nuevas.

Al principio, cuando vieron al hombre en su sano juicio y los cerdos ahogados, la gente tuvo temor y le pidieron a Jesús que se fuera de su tierra. Pero Jesús tenía un plan para alcanzar a la gente de esa región.

Cuando salió de la tierra de los gadarenos, atravesó el mar de Galilea para ir a Capernaúm (Mr. 5:21). Luego fue a Nazaret (Mr. 6:1). Cuando sus discípulos volvieron fue con ellos en una barca a un lugar desierto (Mr. 6:32). Después fueron en una barca a Betsaida y Genesaret (Mr. 6:45,53). Luego fue a Tiro y Sidón (Mr. 7:24).

Poco después regreso a Decápolis y, entonces, fue bien recibido. De inmediato le trajeron a un sordo y tartamudo para que lo sanara (Mr. 7:31-37). Mateo dice, sin mencionar el lugar, que muchos fueron sanados y la multitud se maravillaba y glorificaban al Dios de Israel (Mt. 15:29-31). Y después, miles lo siguieron para escuchar las buenas nuevas con tanto anhelo que estuvieron tres días sin alimentos y Jesus teniendo compasión alimentó milagrosamente a 4000.

La liberación del gadareno y su testimonio fue la semilla para el avivamiento en la región de Decápolis.

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